Notas y documentos

A postrimerías del siglo XX, casi al filo del XXI, mientras se discuten conceptos tan controversiales como los de trans y postmodernidad, que dan cuenta de la desorientación actual.
En un momento histórico en el que las ciencias humanas, como el arte en general atraviesan una suerte de eclecticismo y manierismo, tanto en sus diferentes propuestas formales como en las bases de los principios y verdades que formula, resulta que aparece como contrapartida a la aceleración, esta necesidad común, casi universal de hacer una revisión de nuestro pasado más próximo, en una vuelta atrás, en una búsqueda auténtica de reconocernos en los signos más genuinos, corno manera de encontrar pistas que nos ayuden a reubicamos en nuestra propia realidad.

Y no es gratuito que en la plástica esa mirada “revisionista” esté puesta en artistas de la talla de Laureano Brizuela o Varela Lezana, entre otros.

¿Qué podemos descubrir hoy en una pintura de Varela Lezana? 
Podemos decir que a través de su obra llegamos a un doble descubrimiento. Por un lado una manera particular de mirar el mundo, dentro de un contexto socio-cultural determinado, de una Catamarca histórica, muy diferente de la que hoy nos toca vivir, con personajes que son parte de una cotidianeidad también diferente a la nuestra.
Pero, por otro lado, descubrimos una pintura atemporal, cuya significación como obra, con el paso del tiempo, en lugar de sentirse anacrónica, se nos muestra resignificada, tanto en su valoración estética, como en su temática social y humana.
Entonces, aquello que en un primer momento nos parecía tan lejano, se revela como un signo propio de nuestra naturaleza de catamarqueños y hacedores.
Por el valor que tiene todo esto, quiero aprovechar la oportunidad, y valga la irreverencia, de compartir una sensación que tengo, tanto como pintora, como docente… Creo que es una pena, tener que esperar este tipo de homenaje para apreciar algo de la obra de Varela Lezana y de que en Catamarca no se cuente con los espacios, ni los medios adecuados de conservación y exposición de sus obras.
No quisiera que llegara un dia, en el que, en esa búsqueda hacia atrás de lo que somos, nos encontráramos con huecos negros y espacios vacíos, por no haber sabido salvaguardar a tiempo nuestro patrimonio cultural más genuino.
Yo estoy convencida de que “somos lo que hacemos” y si se pierden los rastros de lo hecho, no queda nada.
Por eso y para terminar, quiero lanzar al aire un deseo. ¡Ojalá que dentro de unos años haya personas que, como nosotros hoy, puedan pararse en un museo catamarqueño frente a una pintura cualquiera de Varela Lezana o una cualquiera de los plásticos que hoy estamos trabajando en Catamarca, con la misma naturalidad, tratando de encontrar los signos de su presente, a través del pasado del que vamos a formar parte.

María Celina Gatera

El acercarnos a la obra de Varela Lezana nos brinda la oportunidad de tomar contacto con un lenguaje que detrás de lo puramente externo, subyace en esencia la expresión plástica pura, aquella que pretende ir más allá de las fronteras de lo sensible para llevarnos a lo universal.

Si bien la obra de Varela traduce un mundo regional plasmado de paisajes, rostros, bailecitos y personajes que se mezclan con la realidad tangible, de su obra se desprende una sensualidad plasmada a través del uso del color, de los ritmos circulares de alguna de sus composiciones, de la intensidad de las miradas que penetran en nuestro ser interior.

Una forma muy particular de captar la vida, de manera genuina, y con las propias palabras de Federico Pais, “Con ese fundamental coraje, con esa trepidante sinceridad se plantó siempre Varela ante la tela virgen. Sin concesiones, sin melindres, sin esteticismo artificioso, sin refugios ni retórica barroqueña, sin escapismos, limpia y pura, cruel o gozosa, lo que Varela ha buscado es la verdad”

La atmósfera de aires cálidos se inunda con un olor característico, mezcla de tierra, algarrobos, colores del sol y de luz penetran hasta lo más profundo de la tela.

Si pretendemos hoy analizar la obra de Varela Lezana desde el punto de vista del estilo, es innegable el expresionismo que invade su producción, con raíces impresionistas que se traslucen a través del uso del color, del tratamiento de las luces y de las sombras.

Ahora bien, desde el punto de vista formal, se da una estructuración muy clara y precisa no solo de cada una de las formas que se plantean en las obras sino también de esquema compositivo que facilita el abordaje plástico. Con un modo caricaturesco exalta los rasgos sobresalientes de sus personajes que adquieren las más variadas expresiones tras un exhaustivo estudio de los rostros.

Lejos de intentar aquí un análisis plástico, ya que esto demandaría mucho tiempo de estudio e investigación, lo que pretendemos es poder situarnos ante una pintura que ha trascendido dentro de la plástica catamarqueña, por haber traducido de un modo particular, una forma de estar en el mundo, con fidelidad a las cosas propias, valorando todo aquello que nos rodea, cada espacio, cada ser que forma parte de nuestra historia y que no es más que el mismo lugar del que todos somos parte.

Lic. Gabriela Vargas

En esta ocasión tan especial, tal como en aquella otra Muestra Retrospectiva en Homenaje al pintor Luis Varela realizada hace tiempo, vengo a testimoniar mi conocimiento del artista a través de sus obras, y del colega y amigo a través de nuestra tarea común en la docencia.
En aquel tiempo tuve oportunidad de enterarme de su idea sobre todo aquello referido al Arte. También de su amor al terruño que lo viera nacer.
Sus obras pictóricas ejemplifican esa simbiosis entre el hombre y su tierra, manteniendo sus raíces profundamente amarradas en el paisaje catamarqueño, en valles y cerros que abrazan con su esplendor a la gente, aquella que expresara con la pluma tan magníficamente Carlos Quiroga en “Raza sufrida” y que Don Luis Varela Lezana dejara plassmada en sus telas.
Rostros revelando todas las expresiones, actitudes y circunstancias que se producen en el desarrollo de esa existencia callada y profunda del habitante de la montaña y en la del campesion resistente y festivo.
Varela Lezana se aproxima con una paleta a todos los temas: el hondo dramatismo como en “Agua”, la ironía y picardía como en “Nupcial”, la Fe comoen sus Misachicos. Característicos son también los retratos de su esposa Doña Angelita Dalla Lasta, joven o madura pero siempre hermosa, con esa expresión sonriente y atenta que siempre conservara.
No sé si referirme a su conocida carrera pictórica a la que arribara como caricaturista en el Diario “Crítica” y fue ilustrador de cuentos de conocidos autores coprovincianos.
Fué crucial su encuentro con el consagrado artista Bermúdez, que lo impulsara a seguir en el camino de la pintura. Transita desde el academicismo, etapa donde se destacan retratos que dejaran paso luego al paisaje netamente impresionista, orientándose hacia un expresionismo donde retrata personajes y fiestas populares, algunos con un dejo de sorna.
En esta etapa también deja traslucir la alegría jocunda y el sabor intenso del amor a la vida.
En un momento de esta trayectoria amplía el espacio físico de las telas, algunas de las cuales se enmarcan en edificios públicos.
Puedo referirme también a su amistad con Quinquela Martín, Bermúdez, como ya lo mencioné, Laureano Brizuela, Spitimbergo, Berni y a su participación en la legendaria Peña Artística Tito Livio. Puedo referirme también a sus exposiciones en Capital FEderal, Norte Argentino, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, y en esta provincia y que obras suyas se contemplan en lejanos países, pero ello sólo nos habla de su constancia y de su continuidad. También puedo referirme a laas principales distinciones tales como el Primer Premio en el III Salón de Santiago del Estero, gran Premio en el Salón de Artistas Catamarqueños en Rosario, Primer Premio Adquisición en el Primer Salón de Artes Plásticas de Córdoba, ello hace a la idoneidad de su obra.
Pero aquí vinimos a rendir homenaje al ARTISTA CATAMARQUEÑO, el hombre que no se desprendiera de sus raíces, al tono humano que tiene toda su obra, al testigo de su tierra, al ser humano que se proyecta en la tela, al hombre, en fin, que hizo de su profesión un estilo de vida, un motivo permanente, una lucha y una confesión de catamarqueñismo.
En las veces que me invitó a exponer junto a él y así se concretó, y se refería a que llevábamos, aparentemente, rumbos distintos en nuestra pintura, porque formalmente me expresara en forma diferente, los críticos señalaban la raíz norteña de su pintura, el meollo es el alma del Norte, con su densidad y su misterio y asi continuando me decía: “Aunque usted se inclina hacia lo moderno, yo respeto mucho su obra”. Hoy puedo expresarle que yo también respeté mucho la suya Maestro Varela Lezana, respeto su autenticidad, su fervor y su amor hacia esta tierra que lo viera nacer, respeto su alma de artista y puedo afirmar que al iniciar su trayectoria usted hizo lo mismo que yo hice, pues en su tiempo también “hacía lo moderno” el impresionismo y dejó testimonio de ello en sus obras.
En esta Muestra Homenaje de Fin de Milenio, está vivo en los cuadros, éstos que aquí nos rodean y también en los objetos que usó y guardan el eco de lo vivido.
En la invitación para esta Muestra, da fondo a su imagen, una obra suya plena de personajes bailando en un Carnaval, que define su actitud como pintor de la gente de su tierra.
Así lo recordamos…

Dolores Delatorre de Dellepiane

Artista de extraordinaria fuerza creativa, ostentó una trayectoria de más de medio siglo, sus cuadros están incorporados en las principales pinacotecas argentinas.

Apasionado de su tierra CATAMARCA, su obra trasunta en un trazo clásico y moderno, toda la belleza y expresión norteña. Fue dueño de un estilo que refleja un importante trasfondo humano y social, que trasmite esa particular forma de vivir, pensar y soñar que tiene el hombre del Noroeste, acostumbrado a luchar contra las inclemencias del tiempo, lo agreste de la geografía, ganándole continuas batallas a la naturaleza.

Luis Guillermo Varela Lezana, Pintor Autodidacta, nació el 26 de Diciembre de 1900 en la localidad de Banda de Varela, perteneciente al departamento Capital, de la Provincia de Catamarca. Cursó hasta el tercer año del secundario en el Colegio Nacional de la ciudad, manifestándose entonces su vocación artística, expresada en la imitación caricaturesca de sus semejantes.

En la Capital Federal, donde fuera en busca de nuevos horizontes, y tras larga y penosa lucha, conoce al célebre caricaturista Diógenes Taborda, quien lo lleva al Diario “Crítica” donde ingresa como dibujante en la sección teatral. También por entonces -1917 -consigue colaborar como ilustrador en la conocida y ya desaparecida revista “Caras y Caretas”, hasta que por sus obligaciones de ciudadano regresa a su provincia para cumplir con El servicio militar.

Se queda en Catamarca y forma su hogar, realizando varias exposiciones en caricaturas y retratos. En ese tiempo conoce, al gran pintor Jorge Bermudes, quien lo orienta al “gran arte” permitiéndole, con su amistad, adentrarse en los problemas de la pintura.

Ya en la disciplina, reúne una serie de “Manchas” y esbozos de tipos y escenas costumbristas, con la que realizan su primera exposición en la Capital Federal, en la Peña del Café Tortoni y con los auspicios de Juan de Dios Fíliberto y Benito Quinquela Martín (año 1922).

Su temática, de la que nunca se aparta, es el tipo humano de su tierra natal, con sus penas y alegrías, llevando en composiciones de gran aliento motivos de frustrados murales. La incomprensión y la política le obligan a defenderse de la adversidad desempeñándose como dibujante técnico, conductor de una obra caminera, despachante de una casa de comercio, pintor de paredes, oficinista, hasta conseguir el ingreso a la docencia, actividad que ejerce durante veinticinco años en establecimientos primarios, secundarios y especiales de Catamarca.

Su producción mientras tanto va jalonándose en más de cuarenta exposiciones individuales y colectivas, realizadas en diversas capitales de provincias, en ciudades importantes y en la Capital Federal. Logra, así los siguientes premios: primer premio, medalla de oro del H. Senado de la Nación, en El Salón de Artistas Catamarqueños de Buenos Aires (1946); gran premio de honor, plaqueta de oro de H. Consejo Deliberante de Rosario, en El Salón de Artistas Catamarqueños, en Catamarca (1950); segundo premio adquisición en El Salón de Artes de Córdoba (1955).

Sus obras se encuentran en El Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires). Museo Municipal de Bellas Artes (hoy Sivori). Museo Caraffa de Córdoba[1], Museo Provincial de Bellas Artes, de Santiago del Estero. Museo “Laureano Brizuela” de Catamarca, Museo de Arte de Estocolmo y en el Museo de Washington donado por la Embajada Argentina al gobierno de los Estados Unidos.

Tiene muchas telas, pero hay una que él la considera su “Capo labore”, es un óleo titulado “Domingo de Chaya” terminado en 1958. “Rene otro muy significativo, es un autorretrato donde están con su esposa y compañera. Allí representa todas sus existencias.

Fue un autodidacta que con mucha observación y práctica fue perfeccionando y creando su estilo. Falleció en San Femando del Valle, El 12 de Agosto de 1982 a los 81 años.

Prof. Raúl E. Cano
BIBLIOGRAFIA:
Archivos de la Biblioteca “Pbro. Ramón Rosa Olmos”

[1] No existen obras asentadas en los registros del Museo Caraffa de Córdoba, Lic. Sequeira, comunicación privada, julio 2007